
PP
El fin de este texto es exclusivamente profesional y procede según las más altas normas éticas de nuestro juramento “hipocr[ita]ático”. Es que firme algo una vez y no hay retorno, parece…
Con nuestro equipo de profesionales, hemos llevado adelante la prueba de una dosis leve/moderada de antipirético (C/PP). Hemos seguido paso a paso el caso y ustedes también, minuto a minuto, y llegado a una serie de resultados que detallamos a continuación; previas aclaraciones necesarias. Lo que resulta importante destacar en ésta intro es: cuando comienza a desaparecer el síntoma, se hacen más claros los desencadenantes, es decir, las patologías mas profundas.
Meterse con los padres no es un tema simple, ni fácil de abordar, ni fácil de analizar ya que son para uno los vínculos primarios y se tiende a reproducirlos en el mundo circundante. Pero el asunto no termina en la literalidad, donde tampoco empieza.
La metáfora en relación con los padres no es nueva:
“Una versión explica que cuando se leía el nuevo testamento al referirse a San José, el lector añadía Pater Putativus, lo que después fue simplificado a P.P. Pater Putativus quiere decir “supuesto padre” y era para aclarar que José no era el verdadero padre de Jesús” “[…] Así, que cada vez que aparecía “Sanctus Iosephus P.P Christi” en su misal o devocionario, leían “Sanctus Iosephus pepe Christi”, identificando al pepe como el segundo nombre de José”. http://etimologias.dechile.net/?Pepe Consultado el 31/03/2009. “Pepe es, en español, un hipocorístico del nombre propio masculino José. Aunque algunos imaginan que el origen del hipocorístico Pepe proviene de que, supuestamente, en las liturgias en latín, los eclesiásticos se referían a San José como Pater Putativus, abreviado como PP, en realidad no se trata más que de una deformación de José […]” http://es.wikipedia.org/wiki/Pepe. Consultado el 31/03/2009………. Blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah, blah.
Toda aquella afirmación sobre los padres y su existencia concreta o hipotética, es supuesta, es putativa, tal como: los padres de la iglesia (jerarquía espiritual eclesiástica), los padres de la patria (próceres), los padres teóricos (no pienso citar los míos), el paternalismo… y demás. Lo que resulta altamente significativo, a través del término, es el vínculo que establece un PADRE y parece que pega.
PP sería siempre el pata de lana o, viceversa, el engañado; dependiendo del punto de vista.
Entonces, el asunto de éste insert y desde mi punto de vista, es el engañado de PP que también podría ser Pobre Pepe, o Puto el que Pinta- Pone- Paga, o con la Plata de los Padres (La Plata es la Capital de la Provincia de Buenos Aires, el principal estado argentino. Está ubicada sobre la pampa húmeda, a 56 kilómetros al sudeste de la ciudad de Buenos Aires, a 34 55' de latitud Sur y a 57 17' de longitud Oeste, blah, blah, blah) o Peter caPusotto, Fabián Crema, el comfer y “ese Raviol de pus”, aunque aquí para ser más justos, es: “gaucha bigotuda”, “vieja pastillera” (por cuarentona o cincuentona, no especifica…), “sin conocimientos de diseño, sin criterio estético, con mal uso de las herramientas digitales”. Afirmaciones que mas allá de su sentido destacan eso que nos vuelve tan “““contemporáneos”””” (con muchas comillas… cuando los caracteres no dicen nada o mucho) y nos permite hablar de los pseudos intelectuales como yo, que nos regodeamos y disfrutamos que todos nos pongamos muuuuy kafkaianos (lo había escrito con q, pero googlee y yasta).
Pues bueno para retomar, yo soy la culona que se sienta a leer libros viejos, fotocopiados de una edición barata con traductores de 5ª en la biblioteca de la FAyD, con un montón de lanas y botones colgando, tengo los talones partidos (esta frase es de Vicky, aviso) de tan Hippie que soy, y expongo en el MMAMM… es que tiene una aura tan espiritual… en fin, me siento a leer estos libros que tienen imágenes en blanco y negro y tomo mate y fumo yerba bueeeena y pienso, pienso en la naturaleza del amor.
Pero felizmente, vivo la simultaneidad, y no me gusta el porro porque me baja la presión, (ahhh... también soy hipocondríaca) visito sus paginas y arteBA, y el MALBA y el MACRO (parece que son buena moneda de cambio, ya que si no los conozco no existo… o ellos[1].) Voy a ver djs y escucho regaeton, cumbia, bachata y también tengo mi vanidad. YO soy la sorprendente, YO soy la importante, YO soy la bella, porque dIOS –lo escribí mal encima- no existe, entonces solo elijo lo placentero. (Esto es de la RAN S/T nº 2 Pág. 2). Y no me como ninguna… soy re viva y neo/hippie y alternativa, y retro/punk e invento frases bonitas como las de acción mutante.
Y, etc. Me prendo en la tontez… En realidad me río de todo lo que ha pasado en estos días… quizá suene sádico o es, simplemente, que hay cosas de las que no hay que hacerse cargo, no hay que tomárselas con seriedad, porque no son importantes, entonces podemos mirarlas con distancia y abstraernos otro tanto.
Allí, en el terreno de las abstracciones, es cuando puedo pensar en la naturaleza del amor… y cuando tengo la certeza (como al sintonizar una radio) de la simultaneidad -retomo- de la ubicuidad.
Simultaneidad y Ubicuidad son dos conceptos que resultan; para mí; fundamentales en lo contemporáneo. La simultaneidad, la ubicuidad, parecen ser manás[2], territorios que no son físicos, sino fenomenológicos, te dan propiedad, te hacen acreedor de un poder para utilizar ciertos atributos, no todos, te permiten moverte con una libertad y te hacen soberano de ti mismo.
El concepto de soberano no lo voy a tratar (y ya es largo el texto) pero sí lo traigo a colación, ya que tiene relación con el poder y también es fundamental dentro de ciertas practicas; llámese; estratégicas “contranatura por excedente” de inscripción, que están muy bien, y son lógicas si la demanda es condición.
Si nos queremos desmarcar es imposible... no hay manera. Hacerse cargo de esto es resultado del desarrollo de un pensamiento muuuy concreto. Pero las más de las veces se vuelve determinación, por lo cual es muy posible que bajo la forma de un poder de hecho, se abuse.
Ante esto lo que quizá resulta posible, es moverse con cierta impunidad, que no es justamente la de la psicopatía, sino la de la ubicuidad, la simultaneidad, en ese que es el mejor de los manás: la nada, el todo de la real (y no voy a explicar lo de Lacan) autonomía; de la propiedad de el sí mismo ubicuo, simultáneo.
A pesar de su apariencia, esta posibilidad está muy lejos del concepto teórico de Resistencia, porque forma parte de un conocimiento práctico, para operar con cintura en el marco de las circunstancias.
Y aunque digan que no tenemos códigos ¿?, sabemos que los códigos son atributos, no territorios (en este caso), y vienen con el asunto. Si no se tiene esto en claro, es muy simple homologar los extremos de los pecados veniales, el purgatorio y la moralina más severa del orden y la subordinación, el último infierno del Dante y los traidores.
Entonces -más allá del carácter del texto- el arte se vuelve religioso; y aparecen las misiones, los profetas, los herejes, que son la gente común, pero dentro de un sistema que se metamorfosea, y hay que estar atentos. Es cuando lo discursivo, se vuelve exclusivamente un mito sin narrativa, cuando las obras son objetos puramente rituales de las estéticas en agenda.
Lo cierto en este caso, es que nuestros manás son parecidos, nuestros capitales no, tenemos diferentes atributos y si los códigos no correspondieran, no tendrían efecto... el limite del campo “arte contemporáneo” está allí justo antes de donde no ejerce sus influencias, todo lo demás: check in y check out, inclusive aquello que “moralmente no corresponde”.
Es anodino decirlo así y es cuando se confunde. El mercado no “posee” moral, por lo que es justo decir, no todo, sino solo un subcampo (o una escena, ya que tanto les gusta) del arte contemporáneo, se mueve con las especulaciones exclusivas del mercado, el mercado existe, el arte contemporáneo… parece que no.
Retomando seriamente el asunto (tengo como quince Windows abiertas- ahhh es que ahora estoy con la laptop en una clase de la María en la facu, siiii tomando mate) de los padres, los vínculos primarios y el psicoanálisis; algo se destaca cuando se sintoniza mas fino. Es que se está trabajando pura y exclusivamente con objetos de deseo, (sin territorio, solo con la chapa -arte contemporáneo mendocino C/CHa-), con una lógica de consumo bastante obvia y tradicional.
Quienes deciden y se mueven livianamente por aquí, se someten a este atributo, son posicionados y toman su posición sintiéndose un objeto de deseo; tal como los guetos de los barrios privados, creen que todos desean lo que ellos tienen o son, y desde allí construyen su discurso y la puesta en valor de lo que hacen. (Muy poco estratégico… inventan su enemigo, lo hacen “real” y luego lo subestiman demasiado)
La creencia de su poder avanza justamente rellenando aquello que no pueden ver o controlar. Es decir y simplemente que: detras de las seguridades, los libros y/o catálogos, los textos, las ventas hechas, las gestiones logradas (todas muy bien por cierto)... no hay nada, no hay nadie, ni amenazándolos, ni aplaudiéndolos. No hay nadie, el diario es para las tías, y todo lo demás es la libido, deseo puro, sin entidad.
Condiciones hay y no son códigos, están mucho antes del poseer y del poder. Poner y sacar son antónimos, no se sacan el premio, se lo ponen… Quién? Dios? eso es lo que no han podido teorizar, solo han logrado enumerar cosas que son incapaces de reencarnar, obras que fueron empaquetadas hace tiempo y sobre ese paquete solo veo hoy la corrosión etiquetaria de c/temp. Demasiadas aspiraciones para un solo emprendimiento.
Se exponen al tiempo que se vulneran, en el terreno de su consumo, es decir, de la economía, de la contabilidad, la medición y administración del deseo y… luego se llenan de rejas. (Buena estrategia) Ahhh, claro, la castidad puritana... es que la única obra buena de la María la hizo en ED hace dos años...
No les hace bien abstenerse de la cochina realidad y su vulgaridad, es un lugar excelente, permite que uno se tome las cosas con un humor mucho más inteligente. “Marcha[mos] de sobra en descubierto para merecer se [nos] presuma enemigos”.
[1] Para aquellos que lo necesiten hay muchos libros en la biblioteca de la Facu para consultar, por solo 12 pe al año y de paso no se vuelven fetichistas por tan solo $$$$250!!!
[2] Tierras en el magic. Palabra polinésica que significa fuerza. Poder oculto al que, según ciertas religiones primitivas, se atribuye la idea de causa. Bienes que se reciben sin trabajo alguno y de manera inesperada. «Los melanesios de Oceanía creían en el mana, una fuerza sagrada existente en el universo. Mana puede residir en las personas, los animales, las plantas y los objetos. El mana melanesio era similar a nuestra noción de suerte. Los melanesios atribuían el éxito a mana. Los objetos con mana podían cambiar la suerte de alguien. En Melanesia se podía adquirir mana por casualidad o trabajando duro para obtenerlo. [...] Sin embargo, en Polinesia, mana no estaba al alcance de cualquiera, sino que estaba vinculado a los cargos políticos. Los gobernantes y los nobles tenían más mana que las demás personas”
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TERMO-TACHADO
Los vigías dieron la alarma, que para mí estaba presente desde algunos momentos antes.
Un apeñuscamiento de variable forma, remoto y móvil.
Pensé en un ejército indígena, una jauría de cimarrones famélicos, una manada de animales salvajes…
Pensé que, tal vez, Parrilla me dejaría morir con las manos atadas.
Sin embargo, acudió a mí la esperanza con la apreciación de que, quien fuese que viniera, hombre o bestia, marchaba de sobra en descubierto para merecer que se le presumiera enemigo.
No obstante, si se trataba de nativos en plan de agresión, podían contar ellos con la vecindad de la noche, que apenas mermaba su seguridad en el desplazamiento y para nosotros constituía estorbo y clausura espesa.
El capitán hizo alistar a los hombres y mandó a los observadores que avanzaran tanto como pudieran para ver mejor.
Antes de media hora estaban de vuelta, con la maravilla en el rostro.
Afirmaron que eran indígenas, en número de quinientos o algo más, que marchaban a pie, en procesión, sin cruz, ni imagen de santo al frente, quizás sin rezos.
Parrilla preguntó si los guiaba o acompañaba algún fraile.
-No, señor capitán- contesto el principal, y los otros dos vigías dijeron que no con la cabeza.
Es posible que sólo en tal punto reparasen en el desacierto de imaginar una caravana religiosa.
Llegaron vestidos de gris con el crepúsculo.
Parrilla había alineado a sus hombres en dos filas pares, tal vez calculando un doble muro, esto, claro está, en una batalla de veras pasaría a ser mera fantasía.
Yo y Porto fuimos mandados a la zaga, con custodia, junto a los caballos de recambio.
Mi puesto era deprimente e inhábil para la observación.
Vi acercarse aquello.
Desplegado, podía envolvernos herméticamente.
Antes de superar cierta distancia estrictamente prudente, que de manera alguna autorizaba la carga de los jinetes, cesó el avance.
Por tierra neutral, se adelantaron unos ocho o diez niños.
Se me ocurrió que llevaban ese aire de decisión y esa confianza en si mismos y en sus poderes que hacen mas inmunes a los diplomáticos.
Pusieron una rodilla en tierra ante el caballo de Parrilla.
Noté que se corría junto a él uno de los baquianos.
Parlamentaban. El capitán del rey y los pequeños indígenas.
Yo no podía saber que se decían.
Una voz, una sola, se pasaron uno a otro los soldados; pero vino a morir en el tramo en claro entre ellos y nosotros.
Ciegos. Todos los adultos eran ciegos. Los niños, no.
44
Tuvimos campamento en reunión.
Nos aproximo a ellos, mas que el acuerdo establecido en parlamento, su hospitalidad, una hospitalidad generosa.
Traían caza de venado de aquel mismo día, y chicha de algarroba. Entregaron todo a nuestra voracidad.
Después, pude estar un rato mas con las manos libres, sentado ante un fogón. El hartazgo de Parrilla lo consentía.
Yo pretendía discernir dos campamentos: el nuestro, el nocturno de la milicia, y otro externo, poblado por esa gente que, sin forzarse, aparecía entremezclada con nosotros y todo lo que trascendía de nosotros.
Prefería verlos sin compasión.
Eran víctimas de la ferocidad de una tribu mataguayana. Los habían cegado con cuchillos encendidos al rojo.
Su descendencia, en el tiempo pasado desde el atropello, que pude calcular en doce años, no se había interrumpido. Los hijos no nacían ciegos.
Un soldado me apretó la rodilla.
Llamada de atención, tal vez de peligro.
Temí un golpe traicionero de atrás.
Hacia allí me impulsaba a mirar el solapado informante y en su rostro no advertí recelo, sino avidez, desordenados deseos.
Miré.
Un indio se había echado sobre una india.
Estaban en la zona de luz.
Creí comprender. No veían y habían eliminado de encima de ellos la mirada de los demás.
Otro indio trajo a las brasas su igtacú-guá, para caldear agua.
Se acuclilló entre nosotros. No hablaba.
Preparó mate.
Pasó la calabaza al acaso, para quien quisiera servirse antes que él. Dijo: “Fuerte”, que el mate era fuerte.
Hablaba español. Fue mitayano antes de ser ciego.
Narró otra vez la invasión de los mataguayanos. Todos la conocíamos ya.
Le pregunté adónde se encaminaba.
No me contesto. Dirigió a mi voz una sonrisa comprensiva que me decía que yo era muy ingenuo.
Por no mostrar que me cortaba, le pregunté entonces dónde estaban sus ranchos o sus toldos.
Me dijo algo de lo que yo antes había intuido y más, que por mi mismo posiblemente no hubiera alcanzado a entender.
Cuando la tribu se acostumbró a servirse con prescindencia de los ojos, fue más feliz. Cada cual podía estar solo consigo mismo. No existían la vergüenza, la censura y la inculpación; no fueron necesarios los castigos. Recurrían los unos a los otros para actos de necesidad colectiva, de interés común: cazar un venado, hacer el techo a un rancho. El hombre buscaba a la mujer y la mujer buscaba al hombre para el amor. Para aislarse más, algunos se golpearon los oídos hasta romperse los huesescillos.
Pero cuando los hijos tuvieron cierta edad, los ciegos comprendieron que los hijos podían ver. Entonces fueron penetrados por el desasosiego. No conseguían estar en sí mismos. Abandonaron los ranchos y se echaron a los bosques, a las paraderas, a las montañas… Algo los perseguía o los empujaba. Era la mirada de los niños, que iba con ellos, y por eso no conseguían detenerse en ningún sitio. Apenas unos pocos, aún plegados a la vida nómada, no se sentían alcanzados todavía”.
Antonio di Benedetto. Zama. Editorial Biblioteca Clarín. Serie Clasicos. 2000.
Pag. 170-173
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Antipiréticos. El método Alicia. Primera dosis.
Alicia tiene fiebre, mucha fiebre, es tal su temperatura que cae rendida en un profundo delirio, y así su niñez y su particular inocencia son descriptos como un fantástico sueño, maravillosamente interesante, frugalmente ilógico. Con el tiempo aparecen lectores, que en ésta fabula encuentran diversos trasfondos, textos ocultos en forma de otras realidades. Pero lo cierto es que Alicia tenía fiebre y su sueño no era otra cosa que un delirio orgánico.
De este “sueño” en el que Alicia se encuentra y que todos conocemos como un país, se puede decir que despierta, se acaba la fiebre y despierta, baja la temperatura y Alicia vuelve en sí. ¿Cómo hizo Alicia para volver de la fiebre? ¿Cuál fue el método para sanarse sin aspirineta, novalgina, ducha fría, castigo, caricias? ¿Cómo hizo Alicia, sola, niña, frágil, y perdida para trazar la línea significativa entre la vida y la fiebre? primero. Y después ¿Por qué el delirio de Alicia fue tan falso, por qué de esa manera? ¿Por qué a la vez tan real, tanto que había un gato de Cheshire que tenía que aparecer y desaparecer para ser fantástico? Un gato que habla y le dice:
«Por ahí vive un Sombrerero, y en esa otra dirección, una Liebre Marcera... Da igual al que visites... ¡Los dos están igual de locos!»
Por último ¿Por qué hay locos señalados en el delirio de Alicia?
Paaaaren!!!.... Me quiero bajaaaar!!!...
Pará- Cetamol!
Demasiadas preguntas para un cuento.
En principio esta columna quiere invitarnos a practicar este increíble antipirético; éste, el “método Alicia” para bajar la fiebre, que consiste en delirar, básicamente. Al mismo tiempo ésta invitación se realiza para distinguirlo de esos otros antipiréticos tan crueles, que nos bajan la fiebre de las cosas.
Para ello hay que te(m)er en cuenta lo que unos autores consultados sobre el delirio, afirman:
El delirio es “la afirmación y conducta de realidad, basadas en evidencias mutadas, insólitas y productivas.
-Lo insólito implica un cambio no esperado respecto al aprendizaje endocultural previo, o la maduración psicobiológica.
-Productivo se refiere a la aparición de criterios nuevos de realidad, a diferencia de un simple empobrecimiento, propio del deterioro psico-orgánico […]
El delirio es un fenómeno humano y sólo el hombre es capaz de alterar la significación de la realidad y por ello puede imaginar, alucinar o delirar. El hombre es un fabricante nato de universos, necesita encontrar sentidos, formarse convicciones respecto del mundo y asimismo vive en un universo de símbolos y significaciones.
En el hombre, el mundo de la fantasía, de las simbolizaciones, de la imaginación, no está enteramente ligado a los sistemas o códigos de significación convencionales, por eso el hombre inventa, imagina, crea, descubre e interpreta y ésa es la condición básica antropológica que posibilita el delirio”.
Es decir, cada uno de nosotros observa y comprende la realidad dada, precisamente desde el aprendizaje cultural adquirido e internalizado. Por ello nuestra interpretación sobre el pasado y el futuro, no es más que un síntoma de lo contemporáneo, es el parallax y la acción diferida de la que habla Foster en su libro “El retorno de lo real”. Estas lecturas mutadas de la realidad, involucran nuevas maneras de percibirla y de vivirla entrando en el terreno de la irrealidad.
Por lo tanto:
-equipo: vasta de ataques de pánico, vasta de cortarse las venas y darse la cabeza contra las paredes, ya estamos aquí, en el horno, deliremos. O mejor dicho, hemos perdido el juicio de realidad y no somos los únicos, ¿dónde estás hermano, dónde estás Superman, Platón y los oráculos, Dios, David Bowie, Gilda, Deolinda, el after, gente que busca gente, gente que busca sentido, gente que lo da? ¿Dónde está el norte?, ¿dónde está la línea que divide la izquierda de la derecha, a la Hegel y al la Kant? Avisen!!! Somos un equipo, canutos!!!
Lo cierto es -si se quiere creer que algo es certero- que en lo contemporáneo se dispara el mecanismo del delirio de una manera exquisita, y hay delirios buenos, malos, chiquitos, y arriba puede ser abajo, abajo puede ser arriba y depende de la perspectiva y del punto de vista, y de lo que estés buscando o quieras decir. Pero hay condiciones, eso si, y éste es el asunto. Hay condiciones que nos bajan la fiebre y son reales en tanto están ahí esperando para darle palo a tu alteridad, y acá nos metemos con el delirio paranoide… y háganse cargo; canonicemos a Foucault.
Y sí… el paranoico siempre tiene algo/alguien real que lo persigue, no solo en su delirio. No hay Alicia.
Ahora, yo apuesto, deliremos en serio, como práctica sistemática de “trabajo”, tracemos la línea entre la decisión y la condición. Para eso vamos a tener que fabular la alteridad, prolijamente y luego ponerla en valor. No una alteridad tímida, no un otro evasivo/ freudiano.
Cuando ya entramos en este terreno, podemos decir, que todas aquellas interpretaciones que se alejan a esta “realidad” internalizada; internalizada en gran parte por su estabilidad; son percepciones delirantes. Es decir, en Mendoza, toda aquella lectura del arte que escapa de la forma no es lect-ura es loc-ura. Todo aquello que escapa a lo formal… delira?
Es posible, seguimos preocupados por dar forma coherente a la incoherencia… y ahí entramos en el juego -farmacológico por conformidad-, es decir en la búsqueda, la interpretación, el descubrimiento del sentido. Pero si solo somos EN periferia, LA resistencia, somos RRE populares, PRO contemporáneos, divinos!!! Eso no es delirio, eso es un boleto de conformidad a la condición de ser algo, una puesta en forma, solo su gimnasia, un antipirético.
Y si no es así, que pasa?, quisiera ver que tan alternativos somos. Qué tanto “asco le tengo al frasco” ¿Hasta donde queremos sacar los pies del plato? Y toda la demás gastronomía medial.
Pregunta final -y fue ayer y parece tanto tiempo-, o una pregunta inicial del mas allá para el mas acá o viceversa.
¿Qué disparó y quién nos bajo la fiebre Santángelo?
Les aseguro que no fue el delirio.
P/D: sobre ciertas sustancias con las que se delira en la contemporaneidad, les aviso que bajan con un antipirético, pero es EL bajón.
















